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la última subida

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Homero ha dejado a Penélope y a su hijo en Ítaca, Aquiles sufre la muerte de su hermano, y de la misma manera Reinhold Messner, la leyenda viva más sobresaliente del alpinismo, tiene en la mochila de la memoria de sus subidas una que le marcó especialmente. En 1970 Reinhold y su hermano Günther, también alpinista profesional, preparaban las cosas para subir al Nanga Parbat, conocida como “la montaña asesina” en el mundo del alpinismo. De hecho, la única expedición realizada con éxito no tuvo lugar hasta 1953, 17 años antes. Tenían aún 8.125 metros por encima de sus cabezas. Los dos eran conscientes de que existía la posibilidad de no bajar, o incluso la de no subir. La subida iba a ser extremadamente arriesgada, ya que el plan era trepar por la pared del Rupal, hazaña que nadie había conseguido aún. Cuando hablamos de “pared” lo hacemos de una de hielo y 4.500 metros de altitud. Finalmente llegaron a la cima, como pocos habían conseguido. Cuando se realiza un ascenso y se está muy cerca de la cima, se continua aunque sea de noche, así que ellos siguieron hasta el final, y al terminar la coronación del Nanga se dispusieron a bajar, quedándose a dormir a la altura de 7.800 metros. En su libro Vida de un superviviente, Reinhold cuenta cómo fue esa noche:

“Aunque el viento no soplaba con fuerza, la noche fue espantosamente fría. Habíamos tratado de evitar morir congelados a base de cambiar continuamente de postura y de mover los dedos para evitar el dolor del agarrotamiento. ¡Imposible! No pegamos ojo aquella noche. Para evadirnos de la sensación de abandono y de que estábamos perdidos, nos refugiábamos en el consuelo de soñar despiertos. Pero no lográbamos sacudirnos nuestra miserable situación. Lo único que podría habernos liberado de ella hubiera sido perder el conocimiento o morir. Tal vez la llegada de la mañana”.

 

A la mañana siguiente Reinhold consiguió bajar por la pared de hielo, su hermano lo haría más tarde. Al llegar a un glaciar se quedó descansando, bebiendo agua y esperando a su hermano. Gritó, esperó y gastó toda la mañana al viento de una montaña de 7.800 metros. Su hermano nunca bajó. Tuvieron que pasar 30 años para que en un nuevo ascenso se encontrase su cuerpo en estado de congelación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"¿Quién puede imaginarse la soledad de un hombre que no se atreve a morir porque es el único que queda en un juego cruel que llamamos alpinismo? Es horrible ser el único superviviente y a la vez estar obligado a serlo. ¡Tengo que seguir! Incapaz ya de pensar, me encontré con los primeros seres humanos. En su empatía, estando de acuerdo en que la vida puede ser más difícil de soportar que la muerte, los campesinos que me encontraron permanecían callados, incapaces de mostrar el mínimo gesto de consuelo."

 

 

Como él mismo dijo, había realizado muchas expediciones, pero sin duda la que más le había marcado había sido esta. Günther tuvo que quedarse en la montaña, su lugar favorito del mundo para descansar en paz, pero su hermano se vio obligado a seguir adelante sin él. Tras la expedición, muchas personas, incluidos algunos compañeros alpinistas, acusaron a Reinhold de abandonarle. Aunque los únicos que saben lo duro que fue ascender y descender el Nanga Parbat son ellos.

 

Fuente de la foto de portada: 2X14X8000.com reinhold-messner-la-larga-sombra-del-nanga-parbat

 

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